De aquí al 2015 serán necesarios unos 200.000 profesores para cubrir las vacantes por jubilaciones y la demanda generada por el aumento de la población escolar. Además, todas las sociedades necesitan docentes preparados y adaptados a los nuevos tiempos.
¿Será posible afrontar esos retos?La Ministra de Educación, Mercedes Cabrera, presidió hace unos días el seminario La formación inicial y permanente de nuestros profesores, organizado por el Consejo Escolar del Estado. El objetivo era abordar los retos de la profesión docente en un panorama social y académico cambiante. Los nuevos tiempos exigen un nuevo perfil para los profesores, que deben ser capaces de combinar sus conocimientos específicos y didácticos, con las nuevas tecnologías y a estar dispuestos a aplicar el concepto de “aprender a aprender” promovido en el ya famoso Informe Delors.En ese contexto, se debatió en torno a algunos de los temas que más preocupan al colectivo docente. Por ejemplo, la formación de los futuros profesores en el contexto de lo que exige la convergencia europea (EEES). La ministra indicó que esa formación incorporará "todos los recursos que creemos se necesitan para ofrecer una educación de calidad".
La LOE De hecho, las reformas emprendidas por el Ministerio en Educación en Secundaria y en la universidad definen un nuevo modelo de profesor, un estilo docente distinto, al menos sobre el papel.La Ley Orgánica de Educación (LOE), que comenzará su andadura el próximo curso, trae en paralelo un Estatuto de la Función Docente y diversas medidas de apoyo al profesorado, como las relativas a la dignificación social o la prevención de la violencia en las aulas, que las Comunidades Autónomas deberán desarrollar.Por su parte, la reciente reforma de la Ley de Universidades (LOU) marcará cambios importantes. Para empezar, el nuevo diseño de titulaciones y la conversión de las licenciaturas en títulos de grado, algo que afectará también a los estudios que habiliten a los futuros maestros Infantil y Primaria y profesores de Secundaria. Así para ser maestro de Primaria o Infantil se deberá estar en posesión del título de grado o lo que es lo mismo, haber cursado 240 créditos europeos (ECTS) que equivalen a 4 años de carrera. Por su parte, los profesores de Secundaria deberán tener, además de su título de grado, estudios complementarios, esto es, un master específico de un año de duración que sustituirá al actual Curso de Aptitud Pedagógica (CAP), vigente desde 1970.Además, la reforma de los planes universitarios a tenor de la llegada del Espacio Europeo de Educación Superior también traerá novedades. Los nuevos estudios deberán ser más flexibles, mucho más prácticos y sobre todo tendentes a facilitar la movilidad de profesores y maestros entre los países de la Unión.
Reacciones En general, el sector educativo ha calificado de "avance positivo" la conversión de la diplomatura de maestro en título de grado con dos especialidades: Infantil y Primaria. En este sentido, el MEC y las Comunidades Autónomas establecerán unas directrices básicas, en torno al 70% de las materias, que tendrán que asumir las universidades en sus planes de estudios. En lo que respecta a Secundaria, esa formación, que queda trazada en los artículos 94, 98 y 100 de la LOE, será la de grado más un master de 60 créditos que proporcionará formación pedagógica y didáctica. De esta forma se responde a una demanda social que consideraba deficiente la formación pedagógica proporcionada por el CAP. También en este caso las directrices marcadas por el Estado se situarán en torno al 70%. El master contará con módulos o materias específicas y, sobre todo, dará una especial importancia al practicum.Las ponencias y debates presentados durante este congreso ofrecen una primera conclusión: Estamos en un momento clave para mejorar la formación inicial y permanente del profesorado. Una oportunidad histórica. De momento durante el encuentro se suscribió un decálogo sobre las competencias que habrá de poseer el nuevo profesor. Entre ellas, la capacidad de reflexión para comprender el mundo que nos rodea, la vocación, la empatía, el compromiso con los alumnos y una cultura interdisciplinar.